El conocido vino de Jerez
que en inglés recibe el nombre de “sherry” y en francés “xérès”
es un tipo de vino español que se cría en las ciudades andaluzas de
Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de
Barrameda, todas pertenecientes a la provincia de Cádiz. Los
eruditos dicen que: “En el siglo I a. C. Estrabón, en el libro
III de su Geografía, dice que la vid fue traída a la región por
los fenicios, fundadores de Gadir, hacia el 1100 a. C. ... En esa
época, parece ser que la región donde actualmente está Jerez se
llamaba Xera y su principal ciudad era Asta Regia.”
Es lo que nos dicen sobre
Jerez y además se lo atribuyen a Estrabón, pero no explican porque
Jerez tomó este nombre. Verán, es porque no conocen que aun
pudieran haber sido los fenicios quienes trajeron la vid a la región,
deberán admitir que la comercialización de la viticultura estaba
tan expandida en las regiones del mediterráneo que hubiera podido
introducirla cualquiera, incluido los mismo que en realidad le dieron
el nombre en su idioma, el nombre de “Jerez”, porque en realidad
ésta no es una voz fenicia ni de broma. Y en este particular
permitan que les apunte lo siguiente:
No se si conocerán que
Cádiz fue una isla unida a un tómbolo. No hará falta
que les diga quienes la colonizaron, pues la llamaron Γαδείρα
“Gadeíra” y su nombre tanto lo podemos encontrar en griego ático
como en griego jónico. Pero los eruditos a pesar de que conocen por
Eratóstones y Esteban de Bizancio que eso es así tal cual como les
digo, y que incluso aparece en escritos de Heródoto, prefieren
ignorarlo y atribuirle la ciudad a los fenicios. Si comprendieran y
conocieran bien a las civilizaciones se darían cuenta de que los
fenicios no estaban por la labor de colonizar ciudades. Por el
contrario se dedicaban a transacciones comerciales y como pueblo
nómada les interesaba bastante poco echar raíces en un lugar. No
establecían relaciones de parentesco con otros que no fueran ellos
mismos, y menos con extranjeros. Preferían llevarse bien con todos y
hacerlo mejor de aquí para allá. Era su negocio y lo pondrían en
peligro si se asentaban. De hecho su estrecha colaboración con los
cartagineses finalmente les costó bastante caro. Ellos fueron
fenicios y son los actuales libios, cananeos.
En latín, la ciudad
romana pasó a ser nombrada como Gades, luego se dice que en árabe
pasó a llamarse “Qādis” pero algo inexplicablemente tuvo que
fallarle a los etimólogos, porque en realidad la palabra Cádiz
también fue una renominación a un nombre dado en griego, pues ΚΑΔ
“Cad” y su declinación “-iz” es
la voz celtíbera sinónima de “calpe” y sabemos que se usaba
para denominar a los “cabos” y κάδ-ος. Incluso en
griego actual significa “bloque” y eso es lo que les pareció a
la vista de los antiguos griegos la ciudad de Cádiz. En frente, en
la ribera de la desembocadura del río Guadalete queda el Puerto
de Santa María, su nombre original fue “Puerto de
Menesteo” y aun los historiadores se lo tomen a veces como una
leyenda, al menos otras aceptan su historicidad y hacen mención a
ésta como se puede aquí comprobar: “Fue fundada por Menesteo,
rey ateniense que participó en la guerra de Troya. Cuando terminó
la guerra y volvía a casa, le habían asaltado su trono y tuvo que
emigrar. Navegando sin ningún destino fue a parar justo a la
desembocadura del río Guadalete y fundó la ciudad, Puerto de
Menesteo. Este hecho histórico tuvo lugar en el 1184 o 1183 a.C, ya
que la guerra de Troya tuvo lugar entre los años 1194 y 1184 a. C”.
Así pues, el puerto fue
una ciudad griega dependiente de otra griega, la de Γαδείρα
“Cádiz” para posteriormente recibir el nombre de “El
Puerto de Santa María” cuando después España abrazó la
cristiandad.
Pero volvamos de nuevo al
vino. Miren, el clima jerezano es de tipo mediterráneo pero con
bastante influencia del atlántico y siendo Septiembre un mes seco
que favorece su maduración. La fermentación lenta termina a
primeros de diciembre con la obtención de un vino blanco seco. Los
vinos de Jerez son secos como consecuencia de haber sido elaborados
con mosto completamente fermentado. Y resulta que “seco” en
griego se dice ξερός “serós” pero ese tampoco es el
motivo principal del asunto. Precisamente es por la razón contraria.
Al margen de estos vinos, hay una elaboración que le hace especial y
que le da un alto valor añadido, ustedes deben saber que los vinos
dulces se elaboran con racimos de uvas que se solean para su pasa. El
alto contenido en glucosa de estas uvas hace que el mosto resultante
sea especialmente dulce. Este mosto se fermenta parcialmente, lo que
hace que conserve una gran cantidad de azúcar. El vino resultante se
somete a una crianza de oxidación según el sistema de criaderas y
soleras como son los casos hoy del vino de Pedro Ximénez que es
dulce, suave, color caoba oscuro y con olor a pasas. O el vino
Moscatel que es más dulce aun. Estos vinos eran y son apreciados por
su uso medicinal y si hacemos caso a los comentarios del insigne
doctor Alexander Fleming que dijo en cierta ocasión:“Si
la penicilina cura a los vivos, el Jerez resucita a los muertos”
explica pues los estudios que permiten sostener los grandes
beneficios para la salud de un uso moderado de estos vinos. Pues
bien, esta particularidad es la que da personalidad a esa región, el
vino dulce y ¿saben cómo decían los griegos antiguos “dulce”
y “amoroso”? Por supuesto χέρες
“Xerez”. ¿Qué esperaban? esto tiene su etimología en las
caricias que se dan con “manos amorosas” y para que se convenzan
sólo tienen que averiguar como decir “mano” en griego, incluso
hoy en día, “mano” es: χέρι (xéri).
Comprobé
que los íberos
y los celtíberos
fueron antiguos griegos. Su lengua
era una proto-griega por supuesto pero escrita de otro modo. Con un
alfabeto epichorikos.
Es por ello que conozco perfectamente el significado y la etimología
de todas sus ciudades, sus ritos, dioses y costumbres. Hoy sus
arcaicos idiomas aun parezca inaudito siguen siendo los nuestros,
pero escritos al uso de las lenguas romances.
Sin
embargo los eruditos en el mayor escándalo de la historia son
incapaces de reconocerlo porque un día admitieron sin comprobación
que tanto los íberos y los celtíberos fueron supuestamente tribus
celtas, cuando las evidencias muestran todo lo contrario. Sé que
eran antiguos griegos: minoicos
y micénicos
y lo conozco no porque sea algo que presuponga sino porque ellos lo
dejaron por escrito en sus estelas, y puedo leerlas. Incluso es más,
nos dieron su procedencia concreta y exacta. Y la pregunta que me
hago es ¿hasta cuando van a ignorarlo? Por favor, compruébenlo. Yo
ya lo hice.
Les
sugiero que estudien mi publicación en la cual doy debida cuenta de
todo ello con detalle: Cabrejas
Iñesta, Enrique (Enero 2013) KARUO - EL SECRETO ÍBERO - ISBN
978-84-9030-665-9. Editorial Círculo Rojo. Almeria. DEPÓSITO LEGAL:
A 1185-2012.
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